miércoles, abril 26, 2006

El colibrí de Nazca


Muchos siglos antes del surgimiento del Imperio Inca en nuestro continente, fue construido en este Perú milenario un monumento único en su género: las líneas de Nasca. ¿Cuál era el motivo de su mensaje a las generaciones venideras?

Descubiertas en 1939 por el científico estadounidense Paul Kosok, estas fabulosas líneas que permanecían en el anonimato, despertaron posteriormente el interés de una gran investigadora: la doctora María Reiche . Ella nos explica cómo estas líneas eran usadas por los antiguos astrónomos peruanos tal como si fuesen un gigantesco calendario solar y lunar, cobijado en la arena y en las borrosas leyendas y mitos de los lugareños.

Las imponentes y enigmáticas Líneas de Nasca son uno de los más importantes legados de las antiguas culturas pre-incas peruanas: fuente de conocimiento y registro asombroso de los fenómenos celestes. Sin embargo, se tejen alrededor de estos geoglifos muchos misterios todavía no resueltos. Los estudiosos han sugerido diversas hipótesis sobre sus orígenes, e incluso algunas tachadas de disparatadas, tal como la del científico alemán Von Daniken, en su libro La Respuesta de los Dioses, que afirma se tratarían de señales y pistas de aterrizaje para naves extraterrestres.

Pero es María Reiche, quien las define como el extraño testimonio y legado de las antiguas culturas peruanas: Las líneas de las Pampas de Nasca son nada menos que una historia documental de la ciencia y de los hombres de ciencia del Perú prehispánico. En ella se encuentra registrada una tradición científica en donde los antiguos peruanos desarrollaron un abecedario para anotar los más importantes acontecimientos astronómicos de aquellos días. Las Pampas de Nasca son las páginas de un libro escrito con este extraño alfabeto.

El Colibrí es uno de los geoglifos más famosos por su armoniosa proporción. La distancia entre los extremos de sus dos alas es de 66 metros.

Colibríes virtuales

Fotografía de Peter Hoell

Tomado del periódico El Espectador del 31 de diciembre de 2000 un amigo me hizo llegar el siguiente fragmento:

“Quien halla probado las esencias que con el nombre de vainilla se enfrascan y comercializan y de paso haya puesto en peligro su salud consumiéndolas, no habrá olvidado del todo y, quizá, sienta todavía la nostalgia de uno de los sabores que América regaló a Europa. La vainilla crece en zonas tropicales, calidas y humedas. Es una planta de la familia de las epífitas (orquídeas o parásitas) y su cultivo no es ni mucho menos fácil. La poliniza el colibrí que con su largo pico traspasa la membrana que divide los estambres de los pistilos. En condiciones naturales, la presencia del ave es fundamental. En cultivos masivos, es prácticamente imposible lograrla.

Hoy, en ‘Rancho Grande’, la zona en que trabaja la comunidad indígena oaxaqueña (México), la polinización la realizan manualmente las mujeres y los niños, cumpliendo con delicados instrumentos la tarea del ave."

miércoles, abril 05, 2006

El colibrí en la orfebrería prehispánica

Fotografía de Peter Hoell

ORFEBRERÍA Y CHAMANISMO
Un estudio iconográfico del Museo del Oro.
Gerardo Reichel-Dolmatoff© Derechos Reservados de Autor

El colibrí es por cierto un ave muy llamativa. Del altiplano nariñense procede un par de zarcillos en forma de chupaflor, en el acto de hundir el pico en un cáliz. Para dar otro ejemplo de interpretaciones locales, se pueden citar los casos siguientes. Entre los indios del Vaupés el colibrí es un animal fálico que está asociado con la parafernalia chamanística; la lanza sonajera, este emblema fálico de los chamanes tukano, así como determinados adornos de baile, están decorados con las plumas del colibrí. Entre los Kogi, en cambio, el colibrí simboliza la oposición entre la belleza de su plumaje y la insaciabilidad y pereza de su conducta. En efecto, el colibrí, por su manera espasmódica de volar, gasta muchísima energía y necesita ingerir néctar hasta después de la puesta del sol; luego cae en un estado de entumecimiento parecido a un sueño profundo. Estos hechos, que son bien conocidos por los ornitólogos, han sido observados también por los Kogi quienes ven en esta conducta un principio de oposición; por su plumaje brillante es un animal solar pero por su gula y su somnolencia da un mal ejemplo. Estas características forman el tema de un mito kogi, en el cual, además, el colibrí se encuentra en oposición al gallinazo, cuyo plumaje y alimento difieren diametralmente de los del colibrí.

Información general sobre el colibrí



Fotografía de Peter Hoell.

Iniciaré este recorrido con algunos datos que nos ayuden a describir físicamente a nuestro personaje.

Los colibríes son los pájaros más pequeños del mundo. Viven solamente en América, desde Alaska hasta Tierra del Fuego. La familia comprende más de 100 géneros que se dividen en un total de 330 a 340 especies, de las cuales 150 habitan en Colombia.

Una característica especial de los colibríes es el pico. Cada pico representa una especialización a un tipo determinado de flor que le permite al colibrí en cuestión ocupar su nicho ecológico particular y de esa manera evitar la lucha con otras especies. Su lengua es larga, puede ser extendida en gran medida, está dividida en la punta y tiene forma de paja, lo que le permite chupar el néctar con facilidad. Son importantes polinizadores, especialmente de flores de garganta estrecha.

Los colibríes vuelan aleteando a una alta frecuencia de unos 80 aletazos por segundo. Eso les permite volar hacia atrás o de lado o permanecer estáticos en el aire.

Se alimentan principalmente de néctar de flores. Esta alimentación rica en energía por ser de azúcares simples es la que posibilita su estilo de vuelo altamente exigente. Son atraídos especialmente por las flores de color rojo o naranja brillante. También se llegan a alimentar de pequeños insectos que les proporcionan proteínas.

Excluyendo a los insectos, los colibríes mientras están en vuelo tienen el más alto metabolismo de todos los animales, una necesidad para poder mantener su rápido aleteo. Su ritmo cardiaco puede llegar hasta 1260 pulsaciones por minuto. Normalmente consumen más de su propio peso en alimento cada día, y para ello deben visitar diariamente cientos de flores. En la noche, o en situaciones en que no haya comida facilmente disponible, son capaces de entrar en una especie de hibernación reduciendo dramáticamente su metabolismo y sus ritmos cardíaco y respiratorio, reduciendo así su necesidad de alimento.

Para despertar el interés de la hembra, el macho realiza una danza. Después de que las hembras han sido fecundadas, construyen un pequeño nido hecho de tela de araña, algodón, liquen o musgo. El nido es construído en un arbusto de poca altura. La hembra pone dos huevos en un período de dos días y los empolla durante 14 a 19 días. Luego, los colibríes alimentan a sus hijos durante unas tres a cuatro semanas. La hembra va al nido en este tiempo hasta 140 veces al día para alimentar a sus crías.